La Guelaguetza

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Oaxaca es un estado en donde lo plural prevalece como una realidad y ha dado cabida a diferentes culturas que han convivido en un territorio, cuya geografía se divide en siete regiones étnicas: Los Valles Centrales, La Sierra, La Costa, La Mixteca, El Istmo, La Cañada y Tuxtepec.

Hablar de la festividad que conocemos como La Guelaguetza, es hacer referencia a una parte de la expresión cultural de Oaxaca que manifiestan estas siete regiones, a finales de julio de cada año, en la ciudad de Oaxaca.

Las Fiestas de los Lunes del Cerro se celebran en la ciudad de Oaxaca, los dos lunes siguientes al 16 de julio y constituyen el acontecimiento, en el que participa todo el pueblo, sin distinción de estatus social.

Desde tiempos ancestrales, los oaxaqueños celebran la Fiesta de los Lunes del Cerro de muy distintas maneras, su inicio era con los ritos y ofrendas a la diosa Centéotl o diosa del maíz, en el Teocalli, construido por los aztecas, en lo que hoy es la ciudad de Oaxaca. Este Teocalli, lo situaron en las faldas del Cerro del Fortín, que en ese tiempo lo llamaban Danina Yaloani, que significa Cerro de la Bella Vista, a este cerro también se le nombra Cerro de la Soledad y Cerro de Zaragoza.

Guelaguetza es una palabra zapoteca, que significa honda amistad, ofrenda, simpatía, cariño, cooperación, es un don de gratitud, que no lleva más obligación que la reciprocidad.

En el año de 1932, las mujeres y los hombres del estado de Oaxaca, llevaron a cabo un homenaje racial, con motivo del 400 Aniversario de la ciudad de Oaxaca, con la participación de grupos representativos de las siete regiones tradicionales.

Desde entonces, todos los años, cada delegación presenta una muestra de su patrimonio cultural, visten la indumentaria de gala de sus pueblos y ejecutan bailes al son de la música y los cantos de cada región. Al terminar, cada grupo distribuye entre el público su Guelaguetza, que consiste en regalar los productos de sus regiones. Actualmente, La Guelaguetza es la fiesta folclórica más importante de América Latina.

El convite de chirimías, marmotas y los gigantes muñecos de tela y cartón, abren el desfile de La Calenda y posteriormente, aparecen las mujeres de los mercados, que se les conoce como las chinas oaxaqueñas con su Jarabe del Valle.

A partir de ese momento, es interminable la aparición de trajes regionales, desde la mística vestimenta de los mazatecos y serranos, hasta la extraordinaria elegancia de las tehuanas, pasando por el multicolor arcoíris de las faldas de la mujer de Pochutla, Pinotepa Nacional y Tuxtepec.

El marco musical se expresa con los Jarabes del Valle, La Tortolita Cantadora, Flor de Naranjo, Flor de Lis, Flor de Piña, los sonoros zapateados de las chilenas con los picarescos versos de Pinotepa Nacional, que hacen reír y silbar escandalosamente al público.

Para los visitantes y público que ocupan las secciones más cercanas al tablado, va de sorpresa en sorpresa y el regocijo es mayor, cuando al término de su representación, reciben de manos de los bailarines, los regalos artesanales y las frutas de cada región.

Mención especial merece el gigantesco público, que hace estremecer a coro, cuando se interpreta la Canción Mixteca de José López Alavés, que es el preámbulo para el Jarabe Mixteco, uno de los más preciosos jarabes que se conocen en México.

La Delegación de Tuxtepec representa la belleza de la mujer oaxaqueña, con sus trajes de origen chinanteco e ixcateco, que parecen ser uniformes, pero son distintos. Ellas saludan al pueblo y reciben el frenético aplauso por su presentación, donde la coordinación de sus movimientos coreográficos, hacen el encanto del público asistente.

El ofrecimiento de los bailes, finaliza con la Danza de la Pluma, su música marcial recuerda la lucha del indígena y el conquistador español. Los penachos de la danza y las telas multicolores de los trajes, impregnan un ambiente mágico, que evoca los patios de los palacios de Montealbán y Mitla.

La fiesta termina y queda en el corazón de los asistentes, el recuerdo de un pueblo fiel a su raíz indígena, a sus costumbres y tradiciones, pero confiado en el futuro promisorio, que se muestra alegre como todos los pueblos trabajadores del estado de Oaxaca.

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